Sobre el balotaje del 24 de noviembre de 2019

El 27 de octubre

Perdió, aunque por muy poco la Reforma Constitucional Represiva contra el Pueblo, al obtener un 47% del total de votos cuando necesitaba superar la mitad.

El Frente Amplio perdió el 9% de su votación respecto de 2014, lo que termina de poner en crisis la “esperanza” de un sector importante del movimiento obrero en la posibilidad de “avanzar en democracia al socialismo”.

Esperanza que se había manifestado en las elecciones internas del Frente Amplio con la importante votación al “candidato comunista” Oscar Andrade.

Blancos y Colorados pierden muy poca votación respecto a la de 2014, pero el Partido Fascista bancado por Bolsonaro, encabezado por el ex Comandante en Jefe del Ejército obtiene un 11%.

Pero este ex-comandante en Jefe del Ejército no sólo tiene el respaldo de Trump, Bolsonaro y “La familia militar y policial”, la oligarquía tiene muy buena puntería para elegir a sus representantes: la familia de Manini integra el Ejército desde que lo fundó el General Fructuoso Rivera con tropa, financiación y respaldo político brasilero. Este ejército no tiene ninguna continuidad histórica con el del General José Artigas.

Los antepasados del General Manini no sólo integraron el Ejército, sino que además fueron los principales representantes políticos de la facción “riverista” dentro del Partido Colorado, que le disputó por derecha al Batllismo hasta la irrupción política de Jorge Pacheco Areco.

Entre los hechos más destacados históricamente del “riverismo” se encuentra el respaldo al Golpe de Estado reaccionario contra el Batllismo del simpatizante de Musolini Gabriel Terra, en marzo de 1933, y su posterior integración al gobierno junto al herrerismo.

Estos antecedentes familiares, junto a su respaldo al fascismo durante la última Dictadura son los que “iluminaron el mérito personal” de Manini para convertirse, primero en jefe de la logia masónica de los “Tenientes de Artigas”, y luego en Comandante en Jefe del Ejército.

Sería una exageración afirmar que todos los nuevos votantes del Fascismo sean ex votantes del Frente Amplio, pero también es una ingenuidad pensar que ese 11% "apareció" sin votos provenientes de la socialdemocracia y el liberalismo progresista.

Esto explica por qué ya en 2014 el mismo Tabaré Vázquez definía al Frente Amplio como un partido de “centro-izquierda” y no como un Frente de Izquierdas, como lo definen otros y creen la mayoría de los trabajadores que lo votan.

No menos destacable es que la alianza de agrupaciones de izquierda “Asamblea Popular” volvió a quedar afuera del Parlamento al perder alrededor de 8.000 votos, debido a la política sectaria de su dirección que tiene una política “neutral” frente a la posibilidad de que una coalición de derechas sustituya al Frente Amplio en el gobierno.

Neutralidad fundada en un discurso con mucha fraseología “ultra-izquierdista” pero que siempre intentó disimular una actitud concesiva ante el avance de la derecha: llamaron a votar a los partidos tradicionales de la derecha en las elecciones del Banco de Previsión Social, intentaron “crear” una Central Sindical Paralela sin ningún respaldo de masas, se opusieron a terminar con los privilegios del retiro militar, respaldaron el movimiento reaccionario anti-obrero de “Un Solo Uruguay”, impidieron que se expresara electoralmente la disidencia interna de oposición a estos errores, lo que terminó por desdibujar el carácter de izquierda de la alianza.

El fin del ciclo progresista

Ya no existen las condiciones materiales que permitieron mitigar la pobreza extrema, revalorizar salarios en algunas ramas importantes de la producción e incluir al consumo a capas que estaban por fuera sin tocar los intereses de la oligarquía.

Eso fue posible, debido a la mejor década y media de toda la historia económica del país, debido al alto precio de los principales rubros de exportación de Uruguay y de la región.

Esa base material no existe actualmente. Ahora no hay manera de sostener y menos de profundizar, las políticas socialdemócratas sin afectar los intereses económicos que se oponen a la liberación nacional.

Ahora está planteado un ajuste, que ya está en curso y la disputa es sobre qué intereses deberá afectar: si el 24 de noviembre gana la derecha se abre un escenario de resistencia sobre la profundidad del ajuste contra el pueblo, pero si gana el candidato del Frente Amplio se abre un escenario mucho más complejo, ya que ese gobierno estaría muy lejos de la mayoría parlamentaria y debería realizarle concesiones a la derecha que pondrían en serio riesgo lo que los politólogos burgueses denominan “gobernabilidad social”.

Esta “gobernabilidad social” es la que se mantiene controlando políticamente las direcciones sindicales de los principales gremios para que no enfrenten al gobierno en defensa de los intereses de sus afiliados. Según los politólogos de la prensa burguesa un gobierno de derecha encabezado por Lacalle, Talvi y Manini podría mantener “gobernabilidad parlamentaria” si logran mantener unificados a sus respectivos partidos, pero les costaría más la “gobernabilidad social”, mientras con el Frente Amplio sería al revés.

Para quienes tenemos memoria anterior a los tres gobiernos del Frente Amplio sabemos que esta “gobernabilidad social” precede ampliamente a los gobiernos socialdemócratas, y cuando no la hubo la derecha supo exactamente qué instrumentos estatales utilizar para sustituirla.

Las tareas planteadas para la izquierda

Para nosotros no es “lo mismo” cualquiera de los dos posibles gobiernos que se definen en la segunda vuelta electoral del 24 de noviembre: la continuidad del gobierno socialdemócrata tendrá planteada el arbitrio entre las dos “gobernabilidades” mencionadas, pero un gobierno de derecha en coalición con el fascismo no necesita de ningún arbitrio y viene a reventar al campo popular, porque además tiene los medios necesarios para hacerlo: amplio respaldo electoral, medios de comunicación y aparato represivo que dejó intactos la socialdemocracia. Es todo lo que la Oligarquía necesita para el ajuste salvaje.

En cualquiera de los escenarios posibles es necesario volver a juntar a la izquierda que hoy se expresa electoralmente de tres formas: lo que quedó votando al Lema Asamblea Popular, algunas pequeñas agrupaciones dentro del Frente Amplio y las agrupaciones guevaristas que llamaron a votar anulado, en blanco o abstenerse de hacerlo.

La tarea de la unidad de la izquierda uruguaya se hace más difícil luego de un proceso electoral del que sale más débil y fragmentada, pero esta unidad se hace imprescindible para poder disputar seriamente las conducciones sindicales del movimiento obrero y así enfrentar el ajuste.

El peor escenario sería que el Poder Ejecutivo quede en manos de una coalición de derecha integrada también por los fascistas, así lo afirmamos porque no compartimos el “cuanto peor mejor”. Ya conocemos lo peor y sabemos que no es “mejor”.

Creemos que el mejor escenario, para hacer el intento de prender un humilde farolito que alumbre la tarea de volver a juntar a la izquierda es que la segunda vuelta la gane el candidato centrista Daniel Martínez.

Convocamos a todos los compañeros de la izquierda uruguaya, que la respaldaron en sus diversas expresiones electorales del 27 de octubre, a enfrentar con su voto al candidato de la derecha coaligada con el fascismo en la segunda vuelta de la elección presidencial del próximo domingo 24 de noviembre.

La única forma efectiva de hacerlo es con el voto al candidato socialdemócrata Daniel Martínez, cualquier otra opción a la que se convoque desde una agrupación autoproclamada “de izquierda” no es otra cosa que neutralidad frente al avance del Fascismo.

Lamentablemente no sería la primera vez que se cometen este tipo de errores en la historia del movimiento obrero, pero sabemos que a todos los que los han cometido, la historia los ha pasado por arriba.

La Izquierda Antimperialista, Antifascista, solidaria con Cuba y Venezuela, la que lucha por direcciones sindicales Clasistas y Combativas no debe ser neutralizada por sectas y resentimientos que convocan a los militantes más conscientes del movimiento obrero a votar Anulado o en Blanco en el balotaje del próximo domingo 24 de noviembre.

Hay que repudiar ese intento de neutralización funcional al avance de la derecha aliada al fascismo y esclarecer a los compañeros para que comprendan que con Lacalle Pou no sólo viene un ajuste brutal como el de Macri o Piñera, sino un clima represivo y terrorista contra el pueblo como el de Bolsonaro en Brasil.

La verdadera izquierda nunca fue neutral frente al fascismo ni podrá serlo.

Nestor “Cacho” Gurruchaga (ex - preso político y militante del Movimiento de Usuarios de Salud Pública y Privada - Piriapolis - Maldonado), Elisa Mayurí Sánchez (militante del Movimiento de Usuarios de Salud Pública y Privada - San Carlos - Maldonado), Berta Fiumarelli (militante del Movimiento de Usuarios de Salud Pública y Privada - Las Piedras - Canelones), Mario Tucci (militante del Movimiento de Usuarios de Salud Pública y Privada - Barros Blancos - Canelones), Teresa René Hernández Elena (militante del Movimiento de Usuarios de Salud Pública y Privada - Pando - Canelones), Sergio “Pocho” Frantchez (militante de Comisión Memoria Justicia y Contra la Impunidad de Soriano), Miguel “Bagre” Canedo (ex - preso político y militante de la Comisión Fomento del paraje Rural Cerro Alegre - Soriano), Andrea Alaggia (Maestra del paraje Rural Cerro Alegre - Soriano), Prof. Ramón Hernández (militante de FENAPES y de la Comisión Memoria Justicia y Contra la Impunidad de Soriano), Miguel “Bocha” Centurión (Obrero papelero jubilado, militante del Centro Papelero Mercedes y de la Federación Papelera y Cartonera), Goering Arballo (jubilado, militante de la Unión Ferroviaria y el Sindicato de Trabajadores del MTOP) Pablo Martínez (militante de la Comisión Memoria Justicia y Contra la Impunidad de Soriano), Antonio Ortiz (ex - preso político Mercedes - Soriano), Alejandra Márquez Méndez (Mercedes - Soriano), José López Delbono (Humanidades), Gonzalo “Lalo” Mocchi (Humanidades), Adrián “Kuffo” Gómez (Humanidades).  

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